Siempre que una semana empieza con un lunes de fiesta, en este caso el día del padre, y a ti te toca entrenar siempre te encuentras con más gente por la calle que aprovecha para entrenar o bien para dar un tranquilo paseo.
Como el tiempo acompañaba este maravilloso día de lunes decidimos ir a hacer unos cambios de ritmo por campo a modo de trail running.
Lo primero que pensé fue que no aguantaría ni la mitad de los cambios, pero a medida que pasaba el tiempo cada vez disfrutaba más corriendo por cuestas entre los árboles, bajando a toda velocidad, disfrutando de la naturaleza y cuando me quise dar cuenta ya estábamos acabando, cansados, pero eso sí, con una sonrisa en la cara y la adrenalina que corría por nuestras venas y porque no decirlo, con la sensación de podernos haber dado una buena leche en el último cambio de ritmo que nos tocaba casi todo en bajada. Pero ¿que sería la vida sin esas sensaciones? Sabiendo que eres tú el que controla tu cuerpo, donde debes poner cada pie para no caerte y sentir que cada vez vas más y más rápido y no quieres parar.
El primer día de la semana hacia que esta empezará genial y pusiera un nivel muy alto para afrontar el resto de la semana, pero cuando te levantas un día, abres la persiana, ves todo nevado y en lo primero que piensas es: hoy el entrenamiento va a ser la caña. Puede que te pasen dos cosas. Que estés loco por entrenar en esas condiciones climatológicas o que simplemente estés loco. Prefiero pensar que es la primera.
Tocaban oregones, pero debido a estas condiciones cada uno entreno donde más bien pudo, así que me acabo tocando hacer pista, y pensé en llevarme mis nuevas bambas, si unas súper bambas de ¡11€!, algo más baratas que las Wave Nirvana que tengo. Son unas zapatillas rollo minimalistas, pero que los que lo venden no saben lo que es eso minimalista. Después del entrenamiento decidí hacer la vuelta a la calma con ellas para ir acostumbrándome. Y si os soy del todo sincero, llevaba un poco más de una semana con dolor en la rodilla, pues cuando me puse estas bambas y empecé a correr por la pista a un ritmo suave el dolor de mi rodilla fue remitiendo, supongo que es porque ya la zapatilla no me “obliga” o me “ayuda” a pisar con el talón y me deja hacer la pisada natural del pie.
A parte de eso mis sensaciones con las nuevas zapatillas son buenas. Los gemelos se me cargan mucho, algo que es lógico por la forma de correr ya que no apoyas el talón lo primero, y hasta que se acostumbre la zona del antepie se notan unas pequeñas molestias. Se que no estoy preparado para hacer un entrenamiento entero con ellas pero poco a poco.
El último día de entrenamiento quedaban cuestas de 200m. y después de un calentamiento bastante bueno, aunque fuéramos pocos, y de notar como otra vez, volvía a hacer buen tiempo nos dispusimos a empezar.
Poco a poco las piernas estaban más y más hinchadas. Notaba un cansancio que no era muy normal. No se a que se debía. Seguramente fuera más anímico que muscular pero si que es cierto, que la mente te ayuda o te traiciona y puede hacer que hagas un entrenamiento genial o que sea todo lo contrario. Aun con todo conseguí acabarlo bastante bien, con un compañero que sufrió más que yo ya que la rodilla le impidió estar al 100%, otro que es un fuera de serie y como el quiera no ves nada más que su espalda en todo el entrenamiento, otro que quería irse a la primera de cambio (¡así no se puede entrenar!), otros cuantos solo fueron a rodar, y otros no sabemos muy bien lo que hicieron. Al final fue un viernes bastante extraño, en el que el ánimo de todos estaba bastante apagado y parecía otra cosa antes que un entrenamiento.
Quizás las tormentas solares afecten más a las personas que a la tecnología al final. No lo se.
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